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Hace unas semanas el mundo del deporte se conmocionaba por la muerte de uno de los personajes más famosos de la lucha libre quien no solamente se había posicionado entre los favoritos del público, sino que cargaba con un gran legado en sus hombros: Pedro Aguayo Ramírez, mejor conocido como “el perrito Aguayo”, hijo de la leyenda de lucha libre “El Perro Aguayo”. No solamente por la corta edad a la que murió (35 años) sino de la manera en la que murió causó asombro en la multitud presente.

Era una noche de luchas en Tijuana y como en todos los encuentros, en este se vivía un ambiente festivo, lleno de porras y emoción que seguía subiendo hasta que pasó lo inevitable: una patada estratégica de Rey Misterio mandaba al hijo del Perro Aguayo a la lona, pero nadie sabía que nunca se levantaría. Una patada mal dada en las cervicales dejaba al “perrito” tendido sobre las cuerdas del ring, rebotando por las sacudidas de sus compañeros pues nadie sabía si el estado de Aguayo era parte del espectáculo.

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Expertos en el tema aseguran que este fue el primer error, pues en el vídeo se puede apreciar como después de caer contra las cuerdas, los compañeros de Aguayo se acercan esperando alguna reacción, por lo que lo sacuden bruscamente, agravando el daño hecho previamente al luchador. Al no recibir respuesta, regresan al espectáculo, lanzándose contra las cuerdas en donde el herido yacía a la espera de que alguien notara que su estado era grave, sin embargo el médico no se encontraba en le recinto para atender la herida, segundo error de protocolo.

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Abogados de negligencia aseguran que conforme a las pruebas otorgadas por los vídeos subidos a las redes sociales, el hijo del Perro Aguayo pudo haber salvado la vida, sin embargo la falta de atención adecuada provocó el desenlace fatal. ¿Qué le siguió al incidente? Una cadena de errores: primero intentaron sentar al luchador, lo cual es terrible para una lesión de las cervicales, pues solo empeora el estado, después se le propinaron una serie de cachetines para asegurarse de que estuviera vivo, lo cual siguió lastimando al cuello; ya en el piso nunca se hizo algo por inmovilizar la cabeza y finalmente se le retira del recinto en una tabla y no en una camilla como indica el protocolo médico a seguir tras un accidente.

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El riesgo al que fue expuesto el luchador fue constante hasta el último momento. Hay quienes alegan que pudo haber sobrevivido se se le hubiese dado el tratamiento adecuado, hay quienes alegan que la patada fue fatal y que si bien seguía con vida en la arena, no habría salvado la vida; sea como sea hoy se sabe que los protocolos de seguridad médica no se siguieron conforme se debía.

Si tiene algún posible caso de negligencia en puerta, acuda a Lex & Co., un grupo de experimentados abogados de negligencia medica  preparados para apoyarlo en su caso: si no obtenemos resolución favorable para usted, no cobramos honorarios.

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