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El impacto psicológico de la negligencia médica va más allá del trauma generado en un contexto hospitalario o de atención sanitaria; también obedece al desconocimiento de los procesos jurídicos y al estado de indefensión que se experimenta al no contar con una asesoría legal especializada en estos temas.
Partiendo de lo anterior, en esta oportunidad analizaremos las consecuencias psicológicas que pueden enfrentar las víctimas de negligencia médica, el rol clave de los expertos en salud mental y el valor de una defensa concienciada en torno a esta problemática.
La negligencia médica es un error que se produce cuando un profesional no actúa conforme a las normas establecidas en su práctica sanitaria y de manera acorde con sus conocimientos y habilidades.
Sin embargo, esta situación puede confundirse con otras formas de mala praxis, como lo son el error por impericia (falta de experiencia), imprudencia (acción poco pensada) o con un accidente (un imprevisto que no se relacione con la experiencia o el criterio del profesional).
Pese a que, en ningún caso, los daños son intencionales, en términos de derechos humanos, la negligencia médica atenta contra la protección a la salud, a la vida y en ocasiones, contra el acceso a la información en materia de salud.
En muchos casos, las consecuencias de haber sido víctima de negligencia son físicas. Sin embargo, el daño no termina en ello y es común que los pacientes presenten síntomas psicológicos que pueden afectar el desarrollo de sus actividades cotidianas o su proyecto de vida y por lo mismo, deben ser tratados por un especialista. Entre las más importantes, podemos mencionar las siguientes:
Esta es una consecuencia lógica de haber recibido un tratamiento inadecuado e incluso, perjudicial para la salud. Sin embargo, en algún punto la persona volverá a requerir atención médica y el hecho de confiar en un especialista jugará un rol decisivo en su recuperación, puesto que, de esta última, dependerá que el paciente siga las indicaciones de tratamiento.
La ansiedad es un estado que se caracteriza por la dificultad para gestionar la preocupación, por pensamientos recurrentes sobre el asunto que la provoca, pérdida de concentración en las actividades diarias y sensación de irritabilidad.
Físicamente, esta inquietud puede estar relacionada con uno o más de los siguientes síntomas:
De acuerdo con los criterios del DSM-V, para diagnosticar este trastorno es necesario que estos síntomas se presenten sin estar relacionados con la ingesta de sustancias o con alguna condición médica preexistente al factor que la desencadenó.
En este caso, la depresión puede estar asociada a sensaciones de culpa por haberse sometido a cierto tratamiento, a la ira contra el personal o la institución sanitaria o un sentimiento de indefensión por lo ocurrido y ante el proceso legal que debe llevarse a cabo después.
Debido a esto, además de recibir atención psicológica, es importante contar con la asesoría de un abogado especialista en negligencia médica durante el proceso de reclamación y búsqueda de reparación del daño.
Cuando ha habido una consecuencia física tras la negligencia, puede ocurrir que las personas se vean afectadas en su autopercepción, sea por cambios en su apariencia o por la pérdida o disminución de alguna de sus capacidades. Si esta situación no es abordada desde la atención psicológica, el paciente puede experimentar aislamiento, pérdida de habilidades sociales y desinterés en las actividades que antes le entusiasmaban.
El estrés postraumático deriva de una experiencia en la que la persona sintió que era incapaz de escapar a una amenaza real o imaginaria para la vida o a la integridad personal. Los síntomas comienzan alrededor de un mes después del evento traumático y son los siguientes:
Cuando el trauma resultara de un tratamiento con procesos repetitivos los que el daño se extendiera en el tiempo, podríamos hablar de Trastorno de Estrés Postraumático Complejo (TEPTC).
Un psicólogo clínico ayudará a la víctima a aceptar lo sucedido, desensibilizar el trauma a través de métodos como la terapia EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) y reprocesar las memorias de esa experiencia.
Por su parte, un psicólogo forense estará a cargo de realizar las evaluaciones periciales y documentar el daño psicológico, para luego reunir las pruebas que lo confirmen y de esta manera, lograr una compensación adecuada.
En México existen asociaciones civiles como la sonorense “Si no lo hago yo… ¿Entonces quién?”, que brindan asesoría jurídica, acompañamiento moral y apoyo psicológico a víctimas de negligencia médica.
Sin embargo, para recibir atención psicológica y llevar adelante el trámite jurídico, es aconsejable acercarse a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), donde se realizará el cálculo de la indemnización que la institución de salud deberá pagar a la persona afectada o a sus familiares.
En Lex & CO, abogados de negligencia, podemos acompañarle en este y otros procesos vinculados con la reparación del daño. Estamos comprometidos con su salud y tranquilidad. Contamos con peritos en psicología, para ayudarle en su caso. Así mismo, si necesita información sobre una impericia médica, o dónde puede demandar al IMSS, contáctenos por correo o por WhatsApp, con gusto le atenderemos.
Lic. Carlos Figueroa Rodríguez, abogado titular de Lex & Co. Cuenta con más de 10 años de experiencia en casos especializados en materia de demandas contra negligencias médicas y aseguradoras. Egresado de la Universidad Anáhuac y con Maestría en Derecho Constitucional y Amparo por la Barra Nacional de Abogados, además, cuenta con un doctorado en Ciencias Jurídicas por la UCI México. Cédula profesional 6577215.
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